Había leído en muchos libros y reseñas de alpinismo que la arista Rochefort es una de las más espectaculares y elegantes del macizo de Mont Blanc. Pero en uno de esos libros leí incluso algo más. Describía el perfil de la arista como muy aéreo y ondulante y donde por acción de la climatología se formaban finas cornisas de nieve que se asemejaban a delicadas puntillas. Esa descripción, ha estado en mi cabeza por años y muchas veces la compartía con Javi quien sonreía cuando le explicaba como nos imaginaba a los dos caminando delicadamente como no puede ser de otro modo por ese escenario fantástico de nieve y hielo.
Realmente, no era un objetivo este año pero el mal tiempo nos obligó a salir de Suiza y buscar planes un poco más al sur. En cambio otros años, sí habíamos pensado en hacer esta arista, pero no había sido posible por lo mismo. Un tiempo adverso y una nieve en malas condiciones. El regalo de la oportunidad en alpinismo viene cuando viene así que nosotros decidimos tirar del lazo, quitar el envoltorio y… aceptar lo que nos había sido dado .
Iniciamos la actividad desde Courmayeur . Hasta el refugio de Torino, muy masificado, subimos en el famoso teleférico panorámico giratorio que te lleva hasta la Punta Helbronner. El teleférico te permite el acceso prácticamente de forma directa al refugio Torino (3375 m.) a través de un ascensor.. Aunque hay otra forma de llegar por la parte italiana que estuvimos pensando por aquello del ahorro y esta es directamente andando desde Courmayeur. La descartamos finalmente por el desnivel que hay que subir. Desde el teleférico panorámico pudimos ver además, parte de la senda y nos reafirmamos en nuestra decisión. Está en bastante mal estado posiblemente por el desuso y en particular la parte final.
Las cuatro de la madrugada del día clave, Javi y yo ya estamos en pie. Desde la ventana del refugio vemos las luces de los frontales de algunos alpinistas subiendo. Algunas cordadas están casi llegando al collado de la Dent du Geant. Desde luego que hay gente que ha madrugado pero de verdad. No recuerdo bien, pero salimos sobre las 5 de la madrugada pasadas.
El recurrido empieza cruzando el glaciar dirección noreste hacia el contrafuerte rocoso que da acceso a la Dent du Geant, por una huella muy bien trazada. Durante este trayecto, podemos ver la silueta de les Aiguilles Marbrées que quedan a nuestra derecha.
Ya en la base del contrafuerte rocoso, nosotros optamos por subir hasta el collado de la Dent directamente por la roca y trepar hasta el collado. De este modo evitamos una rimaya que se encuentra en la base de una canal nevada. La trepada, como suele pasar en estos casos , depende mucho por donde vayas y acertar la forma de sortear los gendarmes de la forma más sencilla. No fue ese nuestro caso y por lo que vimos, la mejor opción es ir sorteando los gendarmes con tendencia a derecha. Desde que sales del refugio hasta el collado de la Dent (también llamado Salle a Manger) las guías suelen marcar entre dos y tres horas de tiempo. Tres nos costó a nosotros.
Llegado a este punto, Salle a Manger, te sitúas en la base de la Dent du Geant. El gigante de Piedra es espectacular y mientras nos tomamos un descanso vemos como llega alguna que otra cordada para escalar.
Estamos a punto de ver el regalo que hay debajo del envoltorio. Estamos a punto de ver como es realmente la arista Rochefort. ¿Por fin ante nuestros ojos tendremos las delicadas puntillas?
Como estatuas de sal nos quedamos Javi y yo parados contemplando que ante nuestros ojos tenemos lo que hemos venido a buscar: un paisaje de belleza tal que ni hecho a propósito donde la reina sin dudarlo es aquella aérea y ondulante arista vestida con finas y elegantes puntillas
Aunque también hay que decir que su vestido es de atrevido corte recto y de vértigo por su caída sin final tanto a un lado como a otro en la mayor parte de su recorrido. Para romper el hielo, Javi dirá la frase del día: María, aquí lo de caer, como mucho caer graciosa y simpática.
Mi táctica fue centrarme en mi respiración y en mis pasos. Procurar que todos mis movimientos fueran precisos y sin brusquedad. Incluso me imaginé en algunos momentos que era una equilibrista dando sus pasos sin red.Sobretodo me empeñé en ser consciente de que en realidad, todo estaba saliendo francamente bien.
Y La tónica será esa: arista afilada con subidas y bajadas y algunos tramos verdaderamente expuestos con algún tramo más cómodo donde respiras para no ir todo el tiempo en apnea. Hay en particular un destrepe un tanto delicado que cuando las condiciones de nieve son malas te puedes plantear rapelar porque hay anillas.
El último tramo de esta arista, que te conduce a la cumbre de la Aiguille Rochefort es una trepada en roca que también es interesante acertar por donde subir. Nosotros nos metimos de lleno por la línea de rápeles y parece ser que lo mejor es ir poco a la derecha de éstos.
Una vez en la cumbre, contemplamos de nuevo toda aquella belleza pero sin relajar. Son las 11 de la mañana si no recuerdo mal. Queda la segunda parte de la aventura que es volver por donde hemos venido. Pensar que hemos de volver a pasar por todo nos estremece. Pero la verdad sea dicha, lo de que segundas partes nunca fueron buenas no es siempre verdad y al volver todo el recorrido se nos da mucho mejor. Somos los mejores equilibristas que nunca antes hemos sido!
Y aquí a punto de terminar mi historia, me pregunto si de verdad leí alguna vez algo sobre las puntillas en la arista Rochefort o simplemente es algo que yo he inventé con los años y mi imaginación. Hay alguien más que ha leído sobre la existencia de esas magníficas puntillas a cuatromil metros de altura?